Que el participio no le gane al gerundio,
que el verbo sea infinitivo en el amor,
que el pronombre sea nosotros,
y que el objeto directo sea el corazón.
Que el sujeto tácito no sea ausencia,
que el predicado nunca sea un sermón,
que el deseo permanezca sustantivo,
y que del alma nazca la oración.
Emiliano Nieto.
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